La osificación es el proceso y el resultado de osificar, un verbo que refiere al proceso que lleva a un elemento orgánico a transformarse en un hueso o a obtener una apariencia similar a él.
Existen referencias poco frecuentes pero consistentes en la literatura médica de pacientes que presentaron síntomas compatibles con los de la osificación muscular ya desde el siglo XIX; en muchos escritos se habla de personas que se endurecieron como piedras, por lo que no cuesta pensar que se tratara de esta enfermedad en particular.
En los últimos tiempos, uno de los casos más sobresalientes fue el del desafortunado Harry Raymond Eastlack Jr., un norteamericano nacido en Filadelfia en el año 1933. Cuando tenía diez años, la osificación muscular comenzó a transformar su cuerpo, en un proceso destructivo que duró unas tres décadas. A pocos días de cumplir 40 años, Harry tan sólo podía controlar el movimiento de sus labios, ya que el resto de su organismo se había solidificado. Una pulmonía acabó con su vida en noviembre de 1973.
A pesar del sufrimiento que debió soportar Harry durante su corta vida, antes de fallecer dejó expresamente clara su voluntad de donar su cuerpo a la medicina, para que los científicos pudieran estudiarlo y buscar una cura a esta enfermedad tan difícil de comprender. Desde entonces, su esqueleto se conserva en el museo Mütter de la Facultad de Medicina de Filadelfia, y ha constituido una considerable fuente de hallazgos para el estudio de este trastorno.
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