El vocablo del griego bizantino kárabos, que puede traducirse como “escarabajo”, se utilizaba para nombrar a una embarcación ligera. El recorrido etimológico del término fue extenso hasta llegar a nuestro idioma como carabela.
Las carabelas ofrecían varias ventajas ante otros barcos de aquella época. No requerían de remeros para su propulsión y tenían una capacidad de carga importante: por eso podían transportar grandes cantidades de alimentos para travesías extensas.
Tras la conquista de América, las carabelas comenzaron a perder preponderancia. Así, poco a poco, los navegantes comenzaron a optar por otras embarcaciones, como los galeones.
Posiblemente las carabelas más famosas de la historia sean las que formaron parte de la expedición que llevó a Cristóbal Colón y a su tripulación al territorio americano por primera vez. La Santa María era el barco más grande: algunos historiadores dudan si se trataba de una carabela o de una nao. La Niña y La Pinta eran las otras carabelas que permitieron desarrollar la travesía.
En el contexto de la zoología, se conoce como carabela portuguesa al animal acuático cuyo nombre científico es Physalia physalis. Se trata de un hidrozoo que pertenece al orden de los sifonóforos.
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