El vocablo del neerlandés medio bolwerc se transformó, en el francés antiguo, en balouart. La evolución etimológica de la noción hizo que, en nuestro idioma, surgiera el término baluarte.
La mayoría de los baluartes son pentagonales (por la gola, los dos flancos y las dos caras). Gracias a su diseño, es posible cubrir los muros y el resto de los baluartes mediante fuego cruzado.
Ante los baluartes, las tropas que pretendían asaltar una fortaleza se veían forzadas a instalar sus baterías de artillería en un lugar alejado. De este modo se dificultaba el ataque en cuestión.
Baluarte también puede usarse en sentido simbólico para referirse a aquel o aquello que brinda protección o amparo, o que se convierte en el símbolo de algo. Por ejemplo: “Este hombre es el baluarte de la ciencia local: no podemos permitir que trabaje en estas condiciones deplorables”, “El volante marroquí fue, una vez más, el principal baluarte del conjunto inglés”, “Con su deceso hemos perdido a un baluarte de la poesía nacional”.
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