Deuda externa es un vocablo que deriva de una voz latina y que se compone de dos términos que en sí mismos tienen un significado particular. Estos son deuda y externo/a.
El concepto de deuda hace referencia a la obligación que un sujeto tiene de pagar, reintegrar o satisfacer algo a otro. Lo habitual es que el concepto esté relacionado con el dinero. Para contraer una deuda debe haber un objeto que haga necesaria la transacción entre ambos individuos; el mismo puede ser algo real o abstracto (una casa o un favor).
En 1979, sin embargo, los intereses subieron y los países que habían adquirido esos préstamos debieron acudir a otros Estados en busca de más créditos que los ayudaran a pagar los ya asumidos. De este modo se desarrolló una larga cadena de endeudamiento que derivó en la crisis de la deuda que tuvo lugar en 1982. En esta época se despreciaron todo tipo de exportación que no fuera petróleo; los países más perjudicados de estos cambios en la economía mundial fueron los del Tercer Mundo (que invertían más dinero en devolver los intereses de esa deuda que en su propio desarrollo).
Las consecuencias de este desastre económico fueron que los países que se habían endeudado no tuvieran capacidad de ahorro interno, una de las principales necesidades económicas de un territorio para apostar por su desarrollo.
Al día de hoy todavía los países que se endeudaron hace ya más de cuarenta años continúan intentando pagar o solicitando que su deuda sea condonada, a fin de poder apostar por el impulso de la economía nacional. Lamentablemente la jerarquías económicas que lideran el mundo nos lleva a creer que continuarán siendo unos pocos los enriquecidos y muchos, muchísimos los que tengan que continuar suplicando o haciendo malabares para pagar la deuda externa; por supuesto, a costa del dinero de los ciudadanos. Pero en eso consiste el sistema capitalista, una versión de la teoría darwiniana llevada al ámbito de la economía.
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