Promisorio es algo que acarrea o representa una promesa. La etimología del concepto nos remite a promissum, un término latino. Por ejemplo: “Es un jugador promisorio al que me gustaría dirigir”, “Auguro un futuro promisorio para estas tierras”, “El cantante tuvo un comienzo de carrera promisorio, pero luego se perdió en la intrascendencia”.
Por citar dos ejemplos de juramento promisorio, el procurador (la persona que representa a una de las partes en una causa) jura el cumplimiento de sus deberes de forma digna, compasiva, independiente y consciente, mientras que los testigos se comprometen a respetar la veracidad de sus relatos acerca del delito que haya sido motivo del juicio en cuestión. Cabe mencionar que una diferencia principal que tiene con el juramento probatorio, el promisorio no es emitido por una de las partes del proceso, sino por un tercero.
Habiendo definido las bases de juramento promisorio, contamos con una perspectiva más clara y amplia de la diferencia sustancial entre los términos promisorio y prometedor. El primero sirve para indicar que detrás de una acción se esconde una promesa, un compromiso a futuro; si intentamos decir que el juramento en el cual el testigo asegura que dirá la verdad es prometedor, incurriremos en un grave error.
El adjetivo prometedor, por su parte, habla de las expectativas que alguien tiene sobre otra persona o suceso, por ejemplo, de la fe en que acarreará un futuro brillante o beneficioso. En sentido estricto, independientemente de su uso en el lenguaje popular, decir que un jugador de fútbol es promisorio no refleja su talento, y por eso debería optarse por prometedor.
Otro uso de la noción aparece cuando todo indica que algo será positivo, aunque restan pruebas o confirmaciones sobre su eficacia. En este sentido, un nuevo tratamiento médico puede calificarse como promisorio hasta que se demuestre que, efectivamente, da buenos resultados.
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