El vocablo latino sacrilegĭum se convirtió, en nuestra lengua, en sacrilegio. Se trata de la irreverencia hacia algo que se considera sagrado, venerado o inmaculado. Por ejemplo: “El sacerdote se mostró indignado por el sacrilegio cometido por la mujer en la misa”, “Fue un sacrilegio: ingresó desnudo a la iglesia y comenzó a bailar frente a los fieles”, “Cuando el cantante pisó la bandera, el público local se manifestó furioso por el sacrilegio”.
Se trata de un trabajo que busca reflexionar acerca del papel del arte en la sociedad, de la importancia de acercarse a él para disfrutar y aprender. Es importante recordar que Stonehenge, por su parte, también es visitado todos los años por miles de personas con diferentes objetivos, tanto para disfrutar de lo imponente de su estructura y del misticismo que lo rodea como para celebrar el solsticio de verano.
Más allá de las consideraciones religiosas, se suele decir que ciertas acciones son un sacrilegio cuando resultan contrarias a algo establecido con raíces profundas o a aquello a lo que se le tiene una estima muy elevada. De este modo, un amante de la gastronomía puede afirmar que beber un vino de gran calidad y valor para acompañar una hamburguesa es un sacrilegio, ya que se supone que este tipo de bebida debe reservarse para otro tipo de platos.
Los fanáticos de una persona famosa, como ser un cantante o una estrella del cine, por ejemplo, también pueden señalar de sacrilegio un comentario despectivo hacia su ídolo. Dada la adoración que dichos individuos sienten por su artista favorito, lo ubican en una posición que podría ser considerada sagrada, y por eso tiene sentido el uso de este término para describir los insultos en su contra.
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