Lo primero que tenemos que hacer es establecer el origen etimológico del término salvamento que ahora nos ocupa. Al hacerlo descubriremos que emana del latín y más exactamente del verbo salvare, que a su vez proviene de salvus. Esta palabra puede traducirse como “sano o entero”.
El concepto de salvamento eterno depende de cada religión. Para el catolicismo, el salvamento del espíritu implica llegar al cielo para pasar la eternidad junto a Dios, algo que se alcanza cuando la persona logra librarse de los pecados. De lo contrario, el sujeto termina confinado al infierno.
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