Una tormenta es una agitación de la atmósfera que puede incluir ráfagas, precipitaciones y otro tipo de fenómenos. La nieve, por su parte, es el agua congelada que cae desde las nubes.
Las ciudades acostumbradas a sufrir tormentas de nieve suelen contar con distintos equipamientos y sistemas que contribuyen a minimizar las consecuencias de este fenómeno. Con máquinas viales, por ejemplo, pueden barrer la nieve de las calles y así restablecer el tráfico con rapidez.
Así como la lluvia, la nieve es un elemento que puede resultar ideal para la ambientación de una historia de ficción, ya sea para crear momentos de reflexión, de encuentros románticos o incluso de tensión y suspenso. Una tormenta nos dificulta considerablemente la movilidad y la visibilidad, dado que no contamos con herramientas naturales para atravesar un fenómeno de este tipo (por ejemplo, no podemos ver bajo el agua, nos resbalamos con facilidad en terrenos húmedos y no tenemos garras para avanzar por un camino nevado), y esto la vuelve muy tentadora a la hora de crear escenas de persecuciones.
En la película “El resplandor“, publicada en 1980 a cargo del director Stanley Kubrick y con la actuación de Jack Nicholson y Shelley Duvall, la nieve juega un papel muy importante para acentuar la tensión de la trama. Un escritor acepta un puesto de guardia en un hotel ubicado a lo alto de una montaña en la temporada de mayor inactividad, y el contrato admite que su esposa y su hijo pequeño lo acompañen. Con el correr de los días, comienza a sufrir una serie de trastornos de personalidad que lo llevan a perseguir y atacar violentamente a su familia, algo que se agrava dada la incomunicación propia del lugar.
Comentarios
Publicar un comentario