Una estructura es un todo compuesto por diversas partes. Cuando dichas partes proceden a organizarse de manera diferente, o se agregan o eliminan algunas, puede hablarse de una reestructuración.
Es común que los seres humanos interpretemos de forma errónea ciertas situaciones o incluso a las personas que nos rodean y que estos pensamientos se conviertan en parte incuestionable de nuestro conocimiento; esto nos puede llevar a experimentar un gran número de trastornos, ya que terminamos creyendo que nuestra realidad es negativa y dañina para nosotros. La reestructuración cognitiva sirve para determinar dichos errores, analizarlos y conseguir modificarlos.
Algunas de las actividades que forman parte de la reestructuración cognitiva son las siguientes:
* conseguir que el paciente modifique ciertas afirmaciones irracionales que surgen como consecuencia de otras, racionales (ambas se denominan autoafirmaciones, ya que se dirigen hacia la misma persona que las produce y suelen tenerla como protagonista);
* ayudarlo a determinar la emoción que le está causando dolor, la cual puede ser ansiedad, ira o una profunda decepción, entre otras;
* señalar los pensamientos automáticos, que se caracterizan por contener ideas negativas y por surgir de manera espontánea ante ciertos estímulos;
* efectuar afirmaciones que sirvan para describir los caminos alternativos para enfrentar la o las situaciones que hasta el momento parecen imposibles de atravesar.
La reestructuración cognitiva, que tiene como meta principal conseguir que la persona afectada vea el mundo que la rodea de manera más realista, tiene sus orígenes en el año 1958, a cargo del psicoterapeuta cognitivo Albert Ellis. Desde ese entonces ha sido ampliamente desarrollada y su evolución continúa en la actualidad.
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