El origen etimológico del término disfasia se halla en el griego. Precisamente en dicha lengua vemos como aquel está formado por la unión de tres partes léxicas claramente diferenciadas: en primer lugar el prefijo dis- que significa “dificultad”, en segundo orden el concepto phasis que es sinónimo de “palabra”, y finalmente, en tercer lugar el sufijo –ia que puede traducirse como “cualidad”.
Los expertos afirman que los individuos afectados por disfasia que no reciben un tratamiento eficaz tienen tendencia a experimentar traumas en su psicología. El diagnóstico y el tratamiento deben depender del trabajo conjunto entre un neuropsicólogo y un terapeuta del lenguaje (logopeda).
Lo habitual es que el tratamiento incluya la presentación de diversos desafíos lingüísticos en distintos contextos al paciente, incrementando su frecuencia.
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