El verbo atesorar deriva del término tesoro: una acumulación de cosas valiosas, como dinero o joyas. Atesorar, en este marco, consiste en almacenar, acopiar, amontonar o tener elementos que disponen de un elevado valor, ya sea económico y/o simbólico.
Atesorar, de todos modos, no siempre se asocia a elementos físicos o monetarios. Los recuerdos, las emociones y los momentos vividos pueden atesorarse: es decir, “guardarse” internamente. De este modo, una mujer puede atesorar el nacimiento de su hijo como el instante más feliz de su vida, así como un anciano atesora sus vivencias de la infancia en su corazón.
Otra posibilidad es atesorar objetos sin valor económico pero importantes desde la perspectiva sentimental: un cuaderno de la infancia, un colgante de una abuela, una lapicera de un abuelo, etc.
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